7 junio, 2007
Leonardo Boff: "Me siento defraudado"
Más información sobre este tema en: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_4465000/4465931.stm (abril de 2005)
Leonardo Boff: “Me siento defraudado”
Creo que Ratzinger tiene una limitación: no tiene ninguna duda, y los que no tienen dudas no están abiertos al diálogo y tienen dificultad de aprender
La elección del nuevo Papa ha provocado opiniones divididas sobre la labor que desempeñará Benedicto XVI al frente de la Iglesia Católica.
Esto se debe a la postura conservadora que tiene sobre los temas más controvertidos como la pobreza, el aborto o la homosexualidad -algo que complace a algunos y frusta a otros-.
Lea: Benedicto XVI: su primera misa
Como cardenal, al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que fuera antes la antigua Inquisición, Ratzinger estuvo involucrado en las mayores polémicas de la institución católica.
Uno de los directamente afectados fue Leonardo Boff, teórico de la llamada Teología de la Liberación, quien tuvo que renunciar al sacerdocio, luego de ser sancionado en varias oportunidades por la esta Congregación.
Un día después del anuncio del nuevo Pontífice, Boff explicó a BBC Mundo de qué manera la elección de Ratzinger podría afectar a la Iglesia Católica.
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Unos dicen que un Pontífice con convicciones muy firmes será bueno para la Iglesia, por otro lado hay quienes consideran que será nefasto para los pobres del mundo. ¿Cuál es su opinión?
Creo que Ratzinger tiene una limitación: que no tiene ninguna duda, y los que no tienen dudas no están abiertos al diálogo y tienen dificultad de aprender.
No basta con tener convicciones muy seguras y la impresión de tener el monopolio de la verdad, porque eso puede conducir a una actitud fundamentalista.
La Iglesia debe entenderse con la humanidad, no debe estar separada de ella, ni arriba de ella, ni como maestra de ella, sino como una discípula.
Yo creo que siempre hay que tener la perspectiva del diálogo, de aprender, de construir juntos. Esto es para mí la prioridad en este momento de la humanidad, en el cual nadie sabe hacia dónde vamos. Ni la iglesia lo sabe.
Usted hablaba de otras visiones del mundo y el ahora Papa criticó en el pasado el relativismo eclesiástico que usted defiende. ¿Cree que Ratzinger será un Pontífice abierto al diálogo? ¿Que será abierto a estos problemas acuciantes, sobre todo la pobreza?
Habría que esperar sus pronunciamientos como Papa, porque si analizamos la homilía que ha hecho a los cardenales antes de entrar en el cónclave, es una perspectiva muy pobre.
Habla solamente de la Iglesia y combate las visiones del mundo: el marxismo, el agnosticismo y la dictadura del relativismo.
En todos estos “ismos” habría que añadir el “romanismo”, que creen que todo está alrededor de Roma, y eso no es verdad.
Habría que esperar sus pronunciamientos como Papa, porque si analizamos la homilía que ha hecho a los cardenales antes de entrar en el cónclave, es una perspectiva muy pobre
Esta actitud de Ratzinger es una actitud defensiva y esto no es bueno porque parte del miedo.
El miedo es un consejero malo, porque evita el diálogo.
Una iglesia no puede aislarse de ese movimiento más grande de la humanidad.
Entonces, ¿se siente defraudado por la decisión del cónclave cardenalicio?
Si, yo me siento defraudado porque yo me esperaba alguien que suscitara esperanza, en el sentido de un rumbo nuevo de la Iglesia, más diálogo, más apertura.
Como cardenal, Ratzinger trabajó 23 años en Roma como vigilante de las doctrinas y ha mostrado su perfil.
Yo creo que ese perfil va a agravar la situación de la Iglesia, porque hay mucho dolor, mucha amargura y muchas divisiones internas de la Iglesia.
Lo que hay que hacer es pacificar la Iglesia. Hay que crear una atmósfera de fraternidad y convivencia donde no haya temor.
Muchos colegas teólogos temen ser castigados si hablan. Una atmósfera así no es buena para nadie.
La Iglesia necesita libertad, creatividad, para cumplir mejor su tarea.
Yo me temo que el Papa no alimente ese tipo de cosas.
En 1992 usted renunció al sacerdocio, luego de ser sancionado en varias ocasiones por la Congregación para la Doctrina de la Fe que era encabezada por el entonces cardenal Joseph Ratzinger. En términos de cualidades personales, ¿qué recuerda de Ratzinger?
La Iglesia necesita libertad, creatividad, para cumplir mejor su tarea
Para ser honesto, hay que decir que es una persona extremadamente elegante, cortés, sumamente inteligente, un teólogo muy erudito, que maneja toda la tradición de la teología. Tiene un pensamiento extremadamente cartesiano, con ideas claras y distintas.
Pero no tiene cordialidad en el pensamiento. No es un pensamiento de la complejidad, es un pensamiento que no tiene dudas. Y es peligroso no tener dudas.
Pertenece a la condición humana el hecho de que somos fenómenos cuánticos, somos imponderables, tenemos muchas virtualidades, muchas direcciones y eso es lo típico de la persona de la Iglesia.
En cuanto a los cardenales latinoamericanos que eran más cercanos a lo que fue la corriente de la Teología de la Liberación, ¿qué cree que va a pasar con ellos?
Yo creo que Roma, el Vaticano y el cardenal Ratzinger -ahora Papa- consideran la Teología de la Liberación algo resuelto.
Ellos han publicado dos documentos oficiales, uno en contra y otro descartando valores de esta corriente, que -según ellos- han devuelto el orden en la Iglesia. Por lo que no van a volver con esto.
¿Cree que el nuevo Papa va a defender el ideal del Jesús humilde?
Creo que es difícil hablar de un Jesús pobre y humilde dentro de palacios romanos.
¿Esto quiere decir que la solución estaría, por ejemplo, saliéndose de lo que es la estructura actual de la Iglesia Católica?
La alternativa es hacer lo que muchos obispos hicieron en América Latina, donde algunos cardenales vendieron sus palacios para irse a vivir a casas sencillas.
Para mí más acuciante que la pobreza y la miseria es la desigualdad.
Los ricos se hacen cada vez más ricos a costa de los pobres, cada vez más pobres.
La Iglesia tiene que tener esa valentía y decir “todo eso que hemos creado en el Vaticano, con obras fantásticas, pertenece a la humanidad. Vamos a transformar eso en un inmenso museo”.
Con esto, la Iglesia va a vivir más humilde, en sitios donde pueda organizar sus servicios con decencia, con todo lo que se necesita hoy en el mundo moderno, fuera de los símbolos del poder palaciano, del poder curial, del poder de los reyes.
Esto es posible, pero hay que tener la valentía de un Papa como Juan XXIII, que de el paso del centro hacia la periferia.
Para finalizar, los tremendos desafíos relacionados con la pobreza creciente en América Latina han llevado a muchas personas a buscar otras salidas. ¿Qué es lo más acuciante en la región en términos de pobreza? ¿Qué es lo que el Papa tiene que entender?
Para mí más acuciante que la pobreza y la miseria es la desigualdad.
Los ricos se hacen cada vez más ricos a costa de los pobres, cada vez más pobres.
La fosa crece a nivel continental y mundial, con el riesgo de que se bifurque la familia humana.
A mi juicio, el primer desafío del Papa es decir que todos somos humanos, hermanos y hermanas.
Ese sería el discurso mínimo de una ética y también sería algo profundamente cristiano, porque Cristo vino a la humanidad, y no a una parte de la humanidad.